Tras la realización del trabajo y la búsqueda exhaustiva de información, considero que hemos conseguido el objetivo principal que planteábamos al comienzo de éste: definir el concepto de verdad a través de las cuatro corrientes filosóficas (Dogmatismo, Realismo, Relativismo y Escepticismo) y además, aplicarlas a una situación real como es la eutanasia.
Personalmente, me considero una esceptica cuasi nihilista en muchos aspectos de mi vida y mi personalidad, y coincido casi al 100% en la idea escéptica de una ausencia de verdad absoluta, aunque muchas veces tomemos nuestras propias opiniones o creencias como las certeras y válidas y nos empeñemos en defenderlas desprestigiando las de otros. Creo en la ausencia de la objetividad y como argumento propio añado: la única forma que tiene el ser humano para expresar la realidad material es el lenguaje, que a su vez, es inmaterial y abstracto, ¿cómo entonces pretendemos transmitir una realidad material de un modo inmaterial? O, al contrario, ¿como pretendemos expresar nuestros sentimientos y emociones internos de una manera externa? Partiendo de ese pequeño y quizás poco comprensible conflicto, la escala sigue subiendo hacia niveles jerárquicos y morales, ¿quién tiene el poder de determinar qué es bueno y qué es malo? ¿Por qué unas opniones han de ser más válidas que otras? Los seres humanos sólo podemos percibir el mundo de manera subjetiva, pues somos individuos condicionados por nuestro entorno y experiencias y carecemos entonces de la capacidad de ser completamente objetivos, incapacitándonos esto para pocer conocer la supuesta verdad objetiva. Si no podemos conocerla, nadie puede dictaminarla y hacerla válida, por lo tanto el resto de opiniones subjetivas son igual de certeras entre sí. Partiendo ya de la ausencia de una realidad única y común, resultan ridículas todas las imposiciones, normas y leyes éticas pues no son más que opiniones subjetivas de personas que han conseguido (bien sea a través de acuerdos o asambleas, dogmas y fes o demostraciones lógicas que se han tomado como verídicas) hacerlas respetar y cumplir, haciendo quedar por debajo el resto de puntos de vista.
Como punto y final añadiré que me siento muy satisfecha de haber podido defender, exponer y dar a conocer el Escepticismo, que en tan mala consideración se tiene (puesto, que al parecer, el ser humano prefiere la seguridad confiada del que acata ódenes a la libertad responsable del que piensa por sí mismo, cuestiona y acepta la carga que deriva de ello) debido a su ausencia de respuestas y las incógnitas que plantea. A veces, lo importante no es hallar una respuesta sino conseguir hacerse la pregunta.
Regina.
lunes, 12 de abril de 2010
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